Mi pieza favorita


Ayer, La Voz de Galicia, en su sección sobre diseño Mi pieza favorita, publicó el artículo «El reloj de pulsera de Max Bill», dónde cuento la historia resumida que me une a esa pequeña obra de arte:

Hace varios años que mi pieza favorita me acompaña a todas partes: Se trata de uno de los relojes de pulsera diseñados en 1961 por el arquitecto, pintor y escultor Max Bill (1908-1994) para la empresa alemana Junghans.

La colaboración entre Junghans y Bill —discípulo de la Bauhaus— empezó en los años cincuenta con el proyecto de un reloj de pared que desarrolló en colaboración con sus alumnos de la Escuela Superior de Diseño de Ulm (Alemania). La claridad y sencillez del resultado, dónde la tipografía se cuidó de un modo exhaustivo, le llevaría enseguida a plantear una versión de pulsera.

Desde la primera vez que lo tuve en mis manos —algo que debo agradecer a los hermanos Seijido Bello, expertos coleccionistas— me fascinó su elegancia y funcionalidad. Todos los valores de la buena arquitectura se concentran en esta ligera pieza de apenas 40 milímetros de diámetro, que aúna la precisión cronométrica y la constructiva. Junghans ofrece diferentes modelos con esfera blanca y negra. Opté por la de color negro, con mecanismo automático y una sobria correa de cuero que completa el diseño.

La versión de pared se expone en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Su autor afirmaba: «El diseño funcional considera el aspecto visual, es decir, la belleza de un objeto como un componente más de su función, pero sin superar nunca su función principal». Pocas veces una obra de arte resulta tan útil.

[Publicado en La Voz de Galicia, 20 de noviembre de 2011]